Por SW Diario
El acceso al agua potable sigue siendo una de las problemáticas más graves y persistentes en el departamento Sarmiento, especialmente en sus zonas rurales. Mientras el termómetro social marca otras urgencias, cientos de familias del interior profundo viven cada día con la incertidumbre de si podrán o no llenar un balde de agua segura.
Desde SW Diario realizamos un relevamiento por los principales distritos rurales del departamento, y el panorama es desolador. En muchos casos, el agua llega en camiones cisterna —cuando llega— y no alcanza para cubrir las necesidades mínimas de los vecinos.
En Los Berros, una de las localidades con mayor crecimiento poblacional, el servicio es irregular. Vecinos de barrios alejados denuncian cortes prolongados y baja presión. "Hay días que no sale ni una gota", cuenta Verónica, vecina del lugar.
En Colonia Fiscal, la situación es aún más compleja: la red de agua no llega a muchos hogares, y deben abastecerse de perforaciones privadas o esperar el reparto municipal. A esto se suma la preocupación por la calidad del agua que se consume, ya que en muchos casos no está debidamente tratada.
En Media Agua, cabecera del departamento, si bien el servicio urbano está más regularizado, los barrios periféricos y asentamientos sufren deficiencias en el suministro. “La presión baja todas las tardes, justo cuando más necesitamos”, explica una docente del lugar.
En Cochagual, el panorama es crítico: pozos colapsados, aljibes secos y una fuerte dependencia del reparto por camión, que muchas veces se retrasa. “Estamos usando agua de una acequia para lavar y regar, y no sabemos si está contaminada”, admite un productor de la zona.
En Pedernal, un distrito con potencial turístico, la falta de agua amenaza incluso la actividad económica. Varios emprendimientos rurales y de hospedaje han tenido que recurrir a reservas privadas y comprar agua embotellada para los visitantes. “Así no se puede sostener el turismo”, afirman desde una hostería local.
En Divisadero y Tres Esquinas Depende mucho de camiones y Tachos. Muchas veces deben recorrer kilómetros para acceder a una fuente alternativa. “Vivimos mendigando agua”, dice una vecina con resignación.
En Cienaguita la situación se agrava en verano. A las altas temperaturas se suma la escasez de agua. Los vecinos reclaman desde hace años una inversión estructural, pero las respuestas no llegan.
Desde el municipio aseguran que están gestionando obras ante el Gobierno provincial y OSSE para extender redes y mejorar la presión, pero los tiempos burocráticos y la falta de fondos han demorado los proyectos.
Mientras tanto, el drama continúa, silencioso pero persistente. En Sarmiento, la falta de agua no es solo una cuestión ambiental: es una deuda estructural que compromete la salud, el desarrollo y la dignidad de cientos de familias rurales.