Cosquín Rock 2026: dos días para volver a sentir que la música lo puede todo

 El verano cordobés vuelve a encenderse y un nombre domina todas las conversaciones: Cosquín Rock 2026. El festival que marcó generaciones, que atravesó épocas, estilos y cambios culturales, regresa el sábado 14 y domingo 15 de febrero al Aeródromo Santa María de Punilla. Y esta edición llega con algo especial: la sensación de que el Cosquín de siempre —el de la mística, la identidad y el abrazo colectivo— está más vivo que nunca.

Un festival que ya late antes de empezar

Desde la apertura de la preventa el 3 de julio, miles de fanáticos hicieron lo que hacen año a año: asegurarse el lugar en una fiesta que no se parece a ninguna otra. No se trata solo de comprar entradas. Es reservar un momento del año para reencontrarse con amigos, con el paisaje, con un sonido, un escenario, un pogo, un instante que queda para siempre.

Cosquín Rock no es un festival: es un ritual. Y en 2026, ese ritual promete volver a romper sus propios límites.

Una grilla que mezcla historia, presente y futuro

Más de cien artistas confirmados lo demuestran. La edición 2026 construye un puente entre los que definieron el rock argentino y quienes están transformando la escena actual.

Entre los clásicos, regresan nombres que llenan escenarios por sí solos:
Fito Páez, Babasónicos, Divididos, Ciro y Los Persas, Las Pelotas, La Vela Puerca. Artistas que sostienen el pulso del festival desde hace décadas y que siguen convocando multitudes.

Del lado de las nuevas voces, la presencia de Dillom, Marilina Bertoldi, Lali, Bandalos Chinos, Airbag y tantos otros confirma que Cosquín Rock es, más que nunca, un espacio donde conviven generaciones y estilos sin conflictos ni fronteras.

Y sumándose a ese abanico latinoamericano y global, nombres internacionales como Franz Ferdinand y Morat amplían la experiencia y llevan el festival a un nivel que trasciende lo nacional.

Cuando el paisaje se convierte en un escenario más

Hay algo imposible de replicar en otro lugar: el paisaje.
La caída del sol detrás de las sierras, el viento que baja suave al atardecer, las fogatas improvisadas, el murmullo de miles de personas caminando de un escenario a otro, las risas, los cantos que brotan de los campings, el olor a comida callejera mezclándose con el sonido de una banda que está por salir.

Es una atmósfera que todavía hoy —para quienes ya lo vivieron— tiene sabor a primera vez.

El Cosquín que cruzó las fronteras

2026 también será recordado como el año en que el festival termina de consolidarse como marca internacional. La edición brasileña, que tendrá lugar en Florianópolis en enero, confirma que Cosquín ya no es solo un punto de encuentro argentino: es una identidad que viaja, se adapta y crece.

Pero la esencia sigue estando en Córdoba. En ese valle que cada verano recibe a miles de personas que llegan por la música… y se quedan por todo lo demás.

El espíritu que no cambia

Lo que hace grande a Cosquín Rock no es solamente la grilla: es la gente.
Es el padre que lleva por primera vez a su hijo a ver una banda que él vio dos décadas atrás.
Es el grupo de amigos que ahorró todo el año para viajar juntos.
Es la pareja que se conoció en un pogo y vuelve cada febrero para celebrarlo.
Es el público que transforma dos días de música en una emoción colectiva.

Este 2026, el festival vuelve a ofrecer lo que nadie más puede: una experiencia que mezcla nostalgia, presente y promesa. Un espacio donde el rock, en sus mil formas, sigue siendo una bandera que se pasa de mano en mano sin perder fuerza.

Cosquín Rock 2026 no será un festival más.
Será, otra vez, el lugar donde el verano se enciende, donde la música une lo que nada más puede unir, donde miles de corazones laten al mismo ritmo.



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