En Divisadero, la falta de agua se convirtió en un verdadero drama cotidiano. Lo que antes era un problema asociado a las lluvias y las crecientes, hoy se transformó en una situación que golpea a diario a los vecinos, sin que haya tormentas de por medio.
“Antes cuando llovía mucho o venían las crecientes era normal que faltara agua unos días, pero ahora se corta todas las semanas”, contó una vecina preocupada.
Actualmente, el servicio se reparte por turnos: unas tres horas para la zona alta y otras tres para la zona baja del distrito. Según los vecinos, incluso ese sistema improvisado funciona “a sorteo”, y hay días en que una parte del barrio queda completamente sin agua.
La situación afecta especialmente a las escuelas, donde los alumnos deben ser enviados de regreso a sus casas por la imposibilidad de mantener condiciones mínimas de higiene. “Hay días que los chicos llegan y no hay ni una gota para lavarse las manos”, señalaron docentes.
El malestar crece aún más porque hace apenas dos meses las autoridades habían informado que se realizó el cambio de arena en los filtros, una tarea que debía mejorar la calidad y continuidad del suministro. Sin embargo, los vecinos aseguran que nada cambió.