Mala Digestión



En una ardiente siesta de verano del año 1999, el grupo de música bailantera "Los Fantasmas del Caribe", célebres en Buenos Aires durante los primeros años de la década de los 90, se encontraba de gira por la región de Cuyo. Con su canción "Muchacha triste" aún resonando en la memoria de los nostálgicos y los amantes de lo extravagante, culminaron una exitosa presentación en San Luis y se encaminaron hacia San Juan, donde el boliche "Hugo" los aguardaba con entusiasmo. 

 Mientras viajaban en su viejo Falcon del '73 por el abrasador desierto a la altura de Encon, la temperatura alcanzó los 50 grados centígrados. De repente, un choque hizo que el automóvil se desviara de la ruta, deslizándose fuera de control. A pesar del asombro y los leves traumatismos sufridos, el automóvil resistió el incidente, aunque el radiador quedó destrozado. Para su sorpresa, se dieron cuenta de que habían chocado con una cabra macho ("matucho"), un suceso inesperado para todos en el vehículo. Tras dos horas aguardando la grúa y soportando el hambre que empezaba a agobiarlos, decidieron preparar y comer el animal, de dimensiones mucho mayores a las habituales. Se dispusieron a asarlo, afortunadamente encontrando un enorme algarrobo cercano que proporcionaba una sombra bienvenida ante los abrasadores 45 grados.

 Mientras algunos buscaban leña, otros empezaron a despiezar la cabra. Se alimentaron y se hidrataron a discreción. Casi al concluir su improvisado banquete, la ayuda finalmente llegó, acompañada por el colectivo que transportaba sus instrumentos. Después de tantos contratiempos, las cosas parecían mejorar. Antes de proseguir el viaje, a uno de los músicos se le ocurrió cortar la cabeza del animal, intrigado por su extraña forma, con la intención de exhibirla en su hogar. 

Sin embargo, al llegar a un control policial que unía las provincias de San Juan y San Luis, los gendarmes notaron sangre goteando del baúl del colectivo. Al indagar, el conductor narró la historia, pero el gendarme, incrédulo, creyó que se trataba de un animal víctima de la caza furtiva, común en la zona. Decidieron inspeccionar la bodega del micro, encontrándose con una sorpresa aún mayor: no era la cabeza de la cabra, ¡sino la de una mujer!

 El gendarme, convencido de que habían consumido la carne de una bruja transformada en cabra (una creencia popular en la región), reaccionó drásticamente y se quitó la vida. Los músicos, confrontados con la incomprensión y la tragedia, fueron internados en un hospital psiquiátrico, aún atónitos por lo sucedido.

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