La temible bruja de Los Berros



En la década de los años 40, la zona oeste albergó a una bruja cuya historia resultó tan peculiar como aterradora. Rosa, una mujer de gran belleza, morocha con ojos verdes y una figura voluptuosa, llevaba una vida marcada por tragedias desde su infancia. 

 A la edad de cinco años, perdió a su padre en un trágico accidente en una cantera, dejándola como la única descendiente de su amado padre. La muerte devastadora de este último sumió a su madre, ya emocionalmente inestable, en una espiral de desesperación que culminó en un fatídico acto: se ahorcó frente a Rosa, apenas un mes después de la muerte de su esposo.

 Rosa se vio enfrentando la vida en soledad, sin que nadie se preocupara por su bienestar. Tres años más tarde, descubrió un antiguo libro de magia negra y, con su innata inteligencia, aprendió a leerlo por sí misma. Las noches de Rosa se poblaron de horrores, atormentada por los fantasmas que frecuentaban sus noches, legado de su madre, quien también había sido una bruja. Sin embargo, a pesar de la oscuridad que la envolvía, desarrolló un gran poder a lo largo del tiempo. A los dieciséis años, su vida dio un vuelco inesperado. 

Un camionero que acudió a su hogar para encargar un trabajo se enamoró profundamente de Rosa, y juntos iniciaron un romance apasionado. Este nuevo amor parecía ser un rayo de luz en el sombrío panorama de Rosa, y pronto, su novio le propuso matrimonio, a lo que ella accedió de inmediato. La pareja se trasladó a la ciudad capital y se casaron en la iglesia de Concepción. Parecía que por fin Rosa tendría una vida digna tras su angustioso pasado.

 Pero la tragedia volvió a golpear. Cerca de las 9 de la noche de un sábado 15 de enero de 1944, mientras ambos se disponían a casarse, la tierra tembló de manera incontrolable. En un devastador instante, el techo de la iglesia se desplomó, aplastando a su amado y a otras 90 personas de las 120 presentes en la ceremonia.

 En aquella época, era habitual que la gente se congregara para curiosear en las celebraciones. El horror del evento provocó que Rosa se desmayara al presenciar la muerte de su amado. La ciudad de San Juan quedó destruida en un 80%. Calles bloqueadas, hospitales desbordados y más de 15 mil muertos. El ejército, por orden del gobernador de facto tras un golpe de estado, se vio obligado a incinerar los cadáveres para evitar posibles epidemias.

 Entre la inmundicia de la devastación, cuando vinieron a recoger los cuerpos de la iglesia, encontraron a Rosa abrazada a los restos de su prometido. Pretendió estar muerta para no separarse. Acabó siendo arrojada a la fosa común, donde los cadáveres eran incinerados. La leyenda sugiere que su alma aún vaga en las madrugadas de Los Berros o cuando acontece algún suceso espeluznante. La última vez que se le vio fue durante el terremoto en Chile el 17 de septiembre pasado, vestida con su traje de novia.
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