El barrio Patiño en Media Agua, reconocido por su historia y por ser un foco de avistamientos paranormales, alberga una noche que quedaría grabada en el recuerdo de dos amigas.
Después de una celebración en la escuela agrotécnica, las dos jóvenes, provenientes de Lagunas del Rosario, se aventuraron a regresar tarde a casa. Era una de esas noches gélidas de 2007, un frío intenso que había envuelto incluso a los gatos, dejando las calles desiertas a excepción de las chicas de dieciséis años, temblando por el miedo y el frío.
Cerca de la Avenida 25, en la calle Ángel de Rojas, donde solo se escuchaban sus propios susurros, un sonido inesperado desgarró el silencio nocturno. Un acordeón, un eco de notas discordantes que helaron hasta lo más profundo de sus almas. Aquella música infernal desafiaba la lógica del tiempo y el espacio.
Con el deseo desesperado de huir, intentaron correr, pero sus pies parecían anclados en un terreno invisible, como en las peores pesadillas.
A pesar de su voluntad, el pánico paralizaba sus cuerpos.
Finalmente, alcanzaron la avenida y el inquietante sonido se desvaneció, aunque la conmoción permaneció. Entre miradas confundidas, continuaron su camino hacia el barrio, cuando de repente, un pájaro de dimensiones inusuales se cernió sobre ellas a escasos centímetros.
El gemido aterrador del ave parecía provenir de las profundidades del inframundo.
A punto de desmayarse, las jóvenes lograron llegar a salvo a su destino, aunque esos últimos metros se estiraron en una eternidad, impregnados por la angustia y lo inexplicable.
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