El anterior grupo de ediles que si bien tuvieron un trabajo importante con relación al gobierno de Martín, aportando bastante a su desarrollo, no tuvo una buena imagen desde la visión popular, partiendo con el exabrupto de Campillay que dejó en ridículo a todo el gobierno de Martín a nivel nacional hacen dos años, hasta las ausencias de la mayoría de sus ediles en sus oficinas prácticamente durante toda el periodo, a algunos se los vislumbraba solo en los bancos a la hora de cobrar, ni a los actos asistían, fueron perdiendo contacto con la sociedad que los votó.
A priori luego de la elección parecía que iba a ser un campo de batalla el recinto del legislativo departamental, por la última campaña y las anteriores, con acusaciones cruzadas, escraches, y hasta actuaciones delictivas de carácter material en el último acto eleccionario.
Pero la política triunfó, como triunfa siempre, y en la primera sesión, la definitiva para elegir presidente, la mayoría realizó acuerdos para obtener una mayor gobernabilidad.
Si bien asumieron en diciembre y recién empieza el ciclo en abril, la mayoría de los concejales ya están trabajando en las oficinas, ya tienen contacto con la gente, ya van solucionando algunos problemas, por ejemplo Sylvia Cabrera muy comprometida con las iglesias católicas, donde en el departamento son centro de contención a los más desprotegidos, o David Mortensen como en los años de gestión anteriores, muy cerca de las instituciones intermedias, o la concejal Lucero que se muestra muy atenta a las problemáticas que le van llegando.
La cuestión es que hay un diálogo fluido y serio entre los sectores de la oposición y el oficilismo, se percibe una madurez política muy importante, no solo para la gestión de Martín, si no para el futuro de todos las sarmientinos, para que se cierren las grietas y para que se eliminen los últimos astibos de la vieja política. De momento parecería que no va a haber conflictos, y que el concejo no va a ser óbice para la gestión del intendente.
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