Nuestro viejo Vizcacha

El martín Fierro describe a muchos personajes etre ellos al "viejo Vizcacha", un hombre Ruin, ladino, falso, malhumorado y sobre todo muy pícaro.
En Sarmiento también teníamos un "viejito vizcacha" vivía en San carlos muy cerca de la iglesia, nació en el año cuarenta y seis, en un puesto de las lagunas,  y su mismo padre  padre fué su partero.
Tenía una habilidad para sacar ventajas, desde chico se lo empezó a conocer, cuando lo mandaban a cuidar a las cabras siempre por una excusa o por otra terminaba yendo alguno de sus 14 hermanos.
"El viejito vizcacha" será protagonista de muchos cuentos de swebb como la siguiente:
Bicicleteando bolsas:
Desde antaño es común que desde los distritos vayan a Media agua, los sábados a comprar mercadería para la semana, desde Los berros, Cochagual, la colonia o San Carlos. 
Los sábados a la tarde Media agua se convierte en un verdadero centro comercial, y miles de personas salen a comprar  a las calles, como la av 25. Toma una vida especial el centro Mediaguino.
Allá en la década del 80 nuestro protagonista el "Vizcacha" tenía una "costumbre" muy peculiar. 
A las 21  hs salía el último cole hacia el sur, se iba por la av 25 y llegaba hasta, tres esquinas, las lagunas y terminaba en San Carlos.
El viejito siempre se subía al último, imagínese que ese colectivo siempre iba repleto, mejor dicho abarrotado de gente, ansioso de llegar a casa y disfrutar de sus productos. Esperaba que todo el mundo subiera para mandarse. Como contaba al ir lleno y los pasajeros compraban mucho, las bolsas que cargaban y para fascilitar espacio dejaban casi todos sus bolsas en el torpedo del micro ahí cerca del chofer, entonces se iban para atrás sin lo molesto que es llevar mercadería apretados en un micro.
Pero vizcachin subía con más de 8 bolsas llenas, y lo que nadie sabía es que todas contenían solo papel higiénico.
Se bajaba en calle aranda en Tres esquinas, en la casa de una hija, con 8 bolsas llenas, pero no eran las suyas, si no la de otros pasajeros. Vizcahita lo hizo una década sin que nadie lo descubriera, hasta que una vez un boliviano lo vió, se quiso armar revuelo, pero salió diciendo perdón me equivoqué. Pero le dió tanto miedo que jamás lo volvió hacer.

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