Alberto Pez en Media agua

Esta mañana para FM San blas 98.5 hicimos una nota con el dibujante y escritor sanjuanino Alberto Pez que es uno de éste  género de los más importantes de Argentina.
Estuvo en la escuela Secundino Segurola  brindando un taller sobre dibujo.
Se lo notaba muy contento exponiendo su experiencia a los jóvenes del departamento Sarmiento..
En  el marco de una recorrida por la provincia.


 Un poco de su historia:
"Nací de sopetón.  Mi viejo tuvo un accidente cuando estaba mi vieja embarazada, entonces estábamos los tres en el hospital, él muriendo, mi mamá en estado de shock internada y yo en una incubadora. Crecí muy pegado a ella"
Pese a que se crió sin padre, tuvo una infancia feliz en Trinidad. En el Colegio Don Bosco hizo amigos que aún conserva y visita cada vez que puede venir a San Juan. Después estudió Ciencias de la Comunicación pero no le cerraba la carrera. 
“Nunca estudie arte, era un enfermo que dibujaba, jugaba a la pelota y de vez en cuando estudiaba. Pasa que me reconocían, de chico era el encargado de dibujar en el pizarrón motivos propios, la pasaba muy bien”, dice Luis Alberto.
Empezó en una agencia de publicidad y un día logró irse a Buenos Aires, una idea que venía pensando hace rato. “Yo quería hacer cómics. En 1987 fue un momento muy interesante porque vino a San Juan un amigo de mi tío que vendía libros y me dijo que en una revista que se llamaba Cosmi-k necesitaban gente y empecé a trabajar ahí. Empecé a recorrer editoriales con la carpeta debajo del brazo y enganché con la revista Fierro, empecé a hacer tapitas en una sección especial que se llama Óxido, de ahí salieron un montón de dibujantes interesantes”, cuenta. 
Luis Alberto trabajó luego en varias editoriales, en o que recuerda como épocas duras, le costaba mucho pagar un alquiler pero no quería volver y sentir el peso del fracaso. “Los ’80 fueron terribles, pesqué la primera época de Alfonsín, una vuelta tuve que vender una colección de discos de Black Sabbath en Parque Avellaneda para poder vivir”, dice.
 Con cada trazo fue forjando un nombre y un estilo que varía según el contexto de cada obra. “Le vas robando cosas a ilustradores que te gustan, mi vieja tenía apiladas en el gallinero unas revistas de la colección Vosotras y en la última página publicaban una historieta, y quedaba fascinado. Con las Billiken también, con Salinas, con Lucho Olivera, cosas de Disney, aprendí a disfrutar de todo”, explica.
Artículo Anterior Artículo Siguiente